¡No está completa la tradición de Día de Muertos en México sin pan de muerto!

En otoño de cada año, el pan de muerto viene a nuestras vidas a endulzarla y recordarnos a nuestros seres queridos. Lo compramos para nuestras ofrendas e incluso lo preparamos, ¿pero de dónde viene? En este artículo te contamos todo el chisme prehispánico del origen de nuestro adorado pan de muerto.

La festividad del Día de Muertos en México se basa en la creencia de que los seres queridos fallecidos regresan al mundo de los vivos, siguiendo la luz de las velas que sus familiares y amigos les ofrecen para guiar su camino. Cuando pensamos en esta celebración, es inevitable asociarla con elementos como las ofrendas, las flores de cempasúchil y una deliciosa tradición culinaria: el pan de muerto.

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El origen del pan de muerto

En la época prehispánica se elaboraba el “papalotlaxcalli”, que significa “pan de mariposa”. Era exclusivo de estas ceremonias y se parecía a una tortilla, pero se le daba forma de mariposa con un sello sobre la masa cruda. El papalotlaxcalli se consideraba una ofrenda destinada a la diosa Cihuapipiltin, protectora de las mujeres que habían perdido la vida durante el parto. Tanto en tiempos ancestrales como en la época actual, el pan de muerto asemeja tener la forma de huesos, como se relata en las crónicas de los frailes Diego de Durán y Bernardino de Sahagún.

Durante la celebración se creaba una “representación en forma del dios”, que era decorada y vestida con adornos. Además, se elaboraban réplicas de huesos grandes que se colocaban a los pies del ídolo. Después de finalizada la festividad, estos objetos eran distribuidos y consumidos como parte de la tradición. Esto último es parte de nosotros hasta la actualidad: montar un altar con una ofrenda para el difunto, celebrar el Día de Muertos y repartir los alimentos ofrecidos. 

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El pan de muerto como lo conocemos

La receta más reconocida del pan de muerto en Ciudad de México y sus alrededores se originó en la segunda mitad del siglo XX cuando apareció en el libro de cocina “Repostería Selecta” de Josefina Velázquez de León. Este pan es un bizcocho de forma redonda que se adorna con dos “huesos” cruzados y un “cráneo” en el centro que suele ser espolvoreado generosamente con azúcar. 

Sin embargo, en otras regiones de México, el pan de muerto puede tomar diversas formas como roscas, triángulos, cruces, figuras humanas, trenzas que simbolizan huesos o incluso representaciones de animales como conejos o borregos, entre otras. Esta diversidad de formas refleja la riqueza de tradiciones y estilos que existen en todo el país en relación a esta festividad. 

Es importante destacar que la forma y el sabor del pan de muerto que generalmente conocemos, con su distintivo sabor a azúcar, mantequilla y naranja, son típicos de las tradiciones en el centro de México.  Sin embargo, en otras regiones de México, la representación de la muerte en la comida toma diversas formas y sabores, reflejando las diferentes cosmovisiones y creencias locales. Además, en otros países alrededor del mundo también existen panes o productos similares relacionados con sus propias visiones de la vida y la muerte, lo que resalta la diversidad cultural en torno a esta temática.

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Un ejemplo interesante es la tradición de los chinantecos en Oaxaca, quienes elaboran un pan con forma de sirena. Este pan se ofrece como ofrenda a los guardianes del agua, ya que se cree que son quienes aseguran una pesca exitosa.  Esta muestra cómo las diferentes regiones y comunidades en México tienen sus propias variaciones y significados para el pan de muerto, adaptando su forma y elementos de acuerdo a las creencias y tradiciones locales. Ahora que ya sabes de dónde viene el pan de muerto no te limites y honra a tus antepasados disfrutando de la ofrenda este 1 y 2 de noviembre.