Un banquete para las almas durante la cena especial de Día de Muertos en Hotel Xcaret México

Un banquete para las almas durante la cena especial de Día de Muertos en Hotel Xcaret México

En una velada cargada de simbolismo y sabor, HA’, el restaurante insignia de Hotel Xcaret México, celebró no solo la vida y la memoria a través de una cena especial de Día de Muertos, sino también la ratificación de su estrella Michelin 2025, reafirmando su lugar como uno de los templos gastronómicos más destacados de México y del mundo.

El pasado 31 de octubre de 2025, en el marco de la 19ª edición del Festival de Tradiciones de Vida y Muerte de Xcaret, se colocó oficialmente la placa que confirma que HA’ mantiene la estrella Michelin otorgada en 2024 al chef Carlos Gaytán, consolidando así su excelencia dentro de la alta cocina mexicana contemporánea.

Durante la ceremonia, se contó con la presencia de Akis Neocleous, director ejecutivo de Hoteles Xcaret; Luis Miguel Ojeda Arsuaga, director general de Hotel Xcaret México; y por supuesto, del propio chef Carlos Gaytán, quien destacó que la estrella “es el logro de todo un equipo que día a día cocina con pasión y propósito”.

Entre tradición y vanguardia

El menú degustación de ocho tiempos propuso un recorrido por los sabores que conforman nuestra identidad, reimaginados desde la mirada contemporánea de ambos chefs. Cada platillo fue una metáfora comestible del Día de Muertos: la conexión entre lo terrenal y lo espiritual, lo que permanece y lo que se transforma.

La velada comenzó con Xec, una sinfonía de cítricos, jícama y crema de chile Xcatik, acompañada por un delicado toque de cangrejo al tapesco. Frescura y acidez que despertaban el paladar, maridadas con un Dos Búhos Mosaico Sauvignon–Semillón–Moscato Giallo, que aportó notas florales y sutiles destellos tropicales.

Luego llegó Matán Kool, una reinterpretación elegante de un clásico yucateco. La longaniza de Valladolid, el cachete de res pibil y el betabel ahumado se fundían en una crema profunda, de aromas ahumados y acentos dulces, recordando los guisos de la abuela, pero con la técnica de un maestro. Un Parvada Rosé acompañó este momento con frescura y equilibrio.

El encuentro con el inframundo del sabor

El tercer tiempo, Xibalbá, evocó el mito maya del inframundo. Una tortilla de recado negro servía de lienzo para la panza de cerdo y el salpicón de rábano y pepino local, un contraste entre lo oscuro y lo brillante, lo cálido y lo refrescante. La propuesta fue acompañada por Los Cedros Malbec, vino de estructura media que realzó los matices terrosos del recado.

Por su parte, Gaytán presentó una atapakuá de guayaba con lobina y yerbabuena, un plato que equilibraba suavidad, frescor y perfume frutal, un puente entre lo vegetal y lo marino. El maridaje con El Perfumista de Bodegas Ícaro resultó un acierto poético.

Ofrendas del alma

Los platos centrales fueron un crescendo de texturas y emociones. La costilla de cordero con pipián rojo, achiote y toque de lentejas fue un homenaje a la tierra: potente, profundo, envuelto en el perfume cítrico de la lima y los tejocotes mielados. El vino Roganto Shiraz añadió notas especiadas que prolongaron su eco.

El toque nostálgico llegó con la crema de calabaza y pan de muerto, creación de Gaytán que condensaba el espíritu de la fecha: dulzor sutil, calidez y la promesa de lo familiar reinventado. El Monte Xanic Chardonnay aportó untuosidad y equilibrio a este momento de calma antes del cierre.

Dulce trascendencia

El desenlace fue una dualidad entre lo aromático y lo místico. Primero, un helado de romero con melón, albahaca y yuzu, fresco y herbal, un respiro antes del último recuerdo.

Luego, el helado de pan de muerto, acompañado de oreja de mico, dulce de coco, cacao y nanche, selló la experiencia con nostalgia y celebración. Cada elemento evocaba la ofrenda: el pan, el dulce, la fruta, el espíritu. El maridaje con Tequila Clase Azul “Día de Muertos” fue el brindis final, un abrazo líquido al alma de la tradición.

Esa noche en HA, la cocina se convirtió en altar. Cada plato fue una historia y cada sorbo, un rezo. Los chefs Gaytán y Alonso demostraron que el Día de Muertos no solo se honra con flores y velas, sino también con creatividad, memoria y sabor.