Noviembre 01, 2018
Mi nombre es Ami Jurado y no soy mexicana. No estoy muy segura en qué momento me convertí en una persona tan sentimental, o en qué momento me encariñé tanto con México y sus tradiciones. Pero entre más se acerca el momento de mi partida de regreso a mi país natal, Costa Rica, más me asalta el miedo de no haber disfrutado México lo suficiente.
Después de haber gastado todo mi dinero durante mi viaje a Mérida en blusas bordadas, calaveritas de barro y alebrijes de madera regresé a Cancún un tanto más satisfecha. Sin embargo había aún una vocecita en la parte de atrás de mi cabeza reprochándome por nunca haber visto un altar de Día de los Muertos.
Por supuesto cuando, como caída del cielo, arribó la propuesta de ir a grabar material para un videoblog en el festival de tradiciones de vida y muerte acepté de inmediato.
Pasé todo el día esperando a que llegara la hora para irme al festival.
Me puse una de las blusas bordadas que compré en Yucatán, me compré una corona de flores y me pinté de calavera con pintura acrílica. Y en cuanto puse un pie en el parque Xcaret y el característico olor del incienso llegó a mi nariz, me entraron ganas de llorar de la felicidad.
Los caminos cubiertos de flores de cempasúchil y velas guiaban a algo nuevo y soñado para mi hacia cualquier lugar que viera.
Mis acompañantes y yo nos llenamos de tortas de cochinita, chocolate y pan de muerto hasta más no poder, y con la panza llena y el corazón contento nos dimos a la tarea de entrevistar a las personas y grabar el festival en todo su esplendor. Admirando todo lo nuevo, la música, la gente disfrazada y el ambiente emocionado me sentí como una niña pequeña, porque creo que desde hace mucho tiempo no hago algo “por primera vez”.
Cuando finalmente llegó la hora de ver los altares mi cabeza estaba lista para explotar. Había demasiado que ver, demasiado que fotografiar, demasiado que grabar en mi memoria.
Todos los colores, las ofrendas, las velas, las banderas de papel y las coloridas calaveras hicieron de los altares honestamente una de las cosas más bonitas que he visto en mi vida.
Me perdí entre la multitud por estar admirando cada detalle de cada altar y cuando por fin me reuní con mis amigas pase el resto del recorrido preguntarles en qué pueblo aún se acostumbra decorar las tumbas y prometiendo en voz alta que ahí pasaré mi próximo día de muertos.
El Juego de Pelota para finalizar las actividades fue la cereza del pastel. Regresé a la casa de mi amiga agotada pero muy feliz.
Recuerdo que cuando decidí venir a vivir a México una de las cosas que más me emocionaba era ver cómo se vivía un auténtico día de los muertos, pero ese pensamiento quedó rápidamente olvidado bajo comentarios de otras personas cómo “Cancún no es tan tradicional” o “tienes que ir al centro de México para ver esas cosas”.
Les puedo decir con toda seguridad que no tiene por que ser así, puede que aún me falte experimentar muchas cosas de México y su amplia y colorida cultura, pero la verdad es que esa noche sentí que me llevé un pedacito más de México conmigo.
Conoce más sobre el Festival de Vida y Muerte, lee: Epitafios De Los Artistas Invitados Al Festival De Vida Y Muerte
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