Abril 26, 2019
El día de Diana comienza con un recorrido por todo el museo. Difícilmente algo escapa de su entrenada mirada: ¿hay algo fuera de lugar?, ¿alguna pieza necesita ser restaurada?, ¿está todo en su mejor forma? Su agenda se rige a partir de “misiones” y el resto del día no se podría resumir a una rutina única. No hay un día igual a otro.
Desde hace 15 años, Diana Alvarado Padilla se ha encargado de contar y preservar las tradiciones de las etnias mexicanas en Cancún, Q.Roo. Hace 8 años, mudaron la colección a la Hacienda Henequenera de Xcaret, denominada “La Casa del Arte Popular Mexicano”.
Como Encargada de Mantenimiento y Museografía de este recinto cultural, ha desarrollado una sensibilidad increíble a la diversidad cultural, misma que se refleja en su interés por aprender acerca de los pigmentos, materiales y técnicas utilizadas en las piezas albergadas en el museo.
La Hacienda Henequenera de Xcaret comprende 6 impresionantes salas que suman a una misma narrativa. Lupita Quintana (directora del museo), Paco Cervantes, Gabriela Padilla y Diana se encontraron con el desafío de construir una trama con elementos que se contraponen entre sí: muebles europeos, y el calzar una inmensa colección de arte mexicano a una hacienda henequenera. Fusionando la realidad con elementos figurativos, las salas nos llevan por un viaje a la colección de un antiguo hacendado; cuando este muere, se abren las puertas a todo público. Así, se reforzó la idea de que el arte, es parte del pueblo.
Por esta misma razón, se procuró conservar el ambiente hogareño de la hacienda. En su interior puedes observar figuras humanas caracterizadas de habitantes de la península, haciendo sus actividades diarias. Además, ninguna barrera física separa a los visitantes de las piezas, solo se puede leer en distintas partes de la hacienda, la frase “Toque solo con los ojos”. En caso de accidentes, sus conocimientos adquiridos en la carrera de Comunicación Visual, le permiten restaurar ahí mismo las piezas.
La sala favorita de Diana es la cocina. Desde festejar cumpleaños hasta realizar juntas, se ha convertido en la sala más acogedora y cómoda para su museógrafa, reuniendo innumerables recuerdos y sentimientos.
Arte huichol. Se encuentra colgado en el despacho del patrón. La cultura y tradiciones de los Huicholes, es de las más queridas por Diana, gracias a sus colores que imprimen vida a cualquier espacio y el empeño detrás de cada pieza.
Tanta es su admiración, que un día al mes (y a petición de sus compañeras), Diana imparte un taller de arte huichol en el tianguis cultural del parque La Ceiba para difundir este arte. Tiene un costo de $50 pesos (incluye materiales) y lo recaudado se va para el propio mantenimiento del parque.
Cada muñeca es de diferentes partes de México. Están acomodadas perfectamente por los niños de la hacienda, a modo de público, para el show de marionetas.
El cuarto de los niños alberga más de 1,200 piezas detalladas. Diana considera este cuarto como una declaración de que lo “simple”, puede ser extremadamente bello y cautivador.
Creado en Metepec, Edo. de México. Diana comparte la irónica historia de esta pieza con gran alegría y lujo de detalle. Cuenta la vida de una calaverita de nombre Tiburcio (bautizada así por el artesano que lo realizó): desde su bautismo hasta su boda y muerte.
En la cima de este majestuoso árbol de la vida, encontramos a la calaverita Tiburcio entregándose a la muerte para convertirse en hombre. Una pieza llena de humor y gran tradición familiar.
¿Cómo distinguir las obras de arte?
Una pieza que no es sencilla de reproducir, que tiene técnica y es herencia, se va al museo porque su valor es alto.
Creado en la Ciudad de México. Consiste en pequeños palitos pintados, se cortan con la uña del dedo y se pegan de acuerdo al diseño que se tiene trazado abajo. Diana admira el esmero y las horas de trabajo que se traducen en una obra muy fina y espiritual.
Esta pieza fue pintada especialmente para el museo. Adorna el fondo del despacho del patrón y resume toda la colección, dando cohesión a través de color. En él, se pueden apreciar las representaciones y características culturales según el estado.
¿Qué piezas te gustaría agregar a la colección?
Más cosas del norte de Sonora, de los Yaquis: el baile del venado, sus textiles tan distintos. Paquimé en Chihuahua, sería interesante incluir algunas.
Detrás de cada una de estas piezas de arte mexicano, se encuentran artesanos de toda la república, con quienes Diana mantiene contacto y una excelente relación. En sus visitas al museo, procuran llevarle material para restauración, depositando su confianza en esta talentosa museógrafa que recibe cada consejo con profundo respeto.
Es gracias a su labor y la de todo el equipo involucrado, que pueden exaltar ese orgullo por sus respectivas etnias y manifestaciones artísticas. Les mueve que gente alrededor del mundo, se interese y aprecie su trabajo. Se apoya a los artesanos con la venta de sus productos en tres tiendas alrededor del parque. De esta manera, el museo mantiene congruencia con su principal misión: preservar las tradiciones mexicanas.
Diana Alvarado, una mujer paciente, creativa y apasionada por el arte, admite que lo más valioso de fungir como Encargada de Mantenimiento y Museografía de la Hacienda Henequenera, es simplemente estar rodeada de cosas bellísimas, compartir visiones de artesanos, mostrarlo y poder estar en contacto con miles de personas que semanalmente buscan acercarse al arte popular mexicano.
La labor de fomentar y compartir nuestra colorida cultura a los extranjeros, emocionar y evocar profundos recuerdos en los visitantes nacionales, hacen de la museografía, la vocación de Diana Alvarado Padilla.
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